jueves, 18 de febrero de 2010

pateando cáñar




Saludos a los oyentes de Campo Base que tal vez me escucharon anoche en Radio Otura.


En efecto, y a pesar del catarro, os dejé una propuesta para estos días que ahora os comento. Rumbo hacia la Alpujarra, hacia el pueblo de Cáñar y su magnífica Sierra!

'Yo quiero vivir en Cáñar y en Cáñar morir quiero, que corre el aire más puro y estoy más cerca del cielo'. Así reza una acertada frase -la he escuchado algunas veces ya- que hace mención a las excelencias de este pueblo que, desde sus 1000 metros de altitud, mira al valle de Órgiva y se peina con las nieves de Sierra Nevada. Y que está a apenas 65 kilómetros de Granada capital lo que supone un destino cercano, no os lo penséis más.

Y es que cualquier día es bueno para afrontar los apenas cinco kilómetros de subida desde la carretera general de la Alpujarra -muchos pasan de largo y no saben lo que se pierden- y que conducen a este Balcón de la Alpujarra. Y una vez en Cáñar, una única consigna: dejarse llevar por los pies y patear sus bellas calles para descubrir la plaza de la iglesia, la fuente Yabajos por donde se sale hacia la vereda de Soportújar y el Dique 24, callejuelas con sabor, a mi amigo Pepe Díaz con sus creaciones de pita -calle Álamos 24-,...

Los amantes de las caminatas tienen aquí un lugar privilegiado. A las afueras de Cáñar, no hay que perderse en otoño uno de los mejores castañares de la comarca, camino de la balsa. Pero lo suyo es subir a la Sierra por la carrtera y, luego, la larga pista forestal que nos conduce hacia el hermoso robledal de Cáñar (magníficos ejempalres de roble melojo) y más tarde llega al área recreativa de Puente Palo. Una subida ideal para el mountain bike, buen entrenamiento. Zonas con una importante masa forestal, además de robles y encinas, pinos de reforestación, y caminos y pistas que conducen hacia cotas más altas, hacia Capìleira (por aquí pasa el sendero Sulayr) o bajan hacia el vivero forestal, el centro de espiritualidad Osel Ling, la zona de lanzamieto de parapente y la ermita de Padre Eterno...

Si a todo esto le unimos el encanto de la nieve que cubre en estos momentos la zona, pues ideal.

Y para completar tal vez un buen fin de semana en Cáñar, un par de pistas. Alojamiento rural en un cortijo de la Sierra con mucho encanto, cortijos la mua y, a la hora de comer, rumbo al bar Piqui, junto a la iglesia de Santa Ana (interesante artesonado mudéjar), en donde los fines de semana nos proponen cocido, arroz o lo que a la excelente cocinera le dá por hacer. Buen precio, buen vino, ambiente agradable, muy familiar para ponerle un 10 de nota a este maravilloso municipio alpujarreño. Yo quiero vivir en Cáñar...





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